sábado, diciembre 9

MESOPOTAMIA: El Renacimiento Sumerio y la III dinastía de Ur


Desaparecido el Tiriqan, él último rey de los Gutis se produce el renacimiento de los Sumerios a través de dos dinastías, las de Lagash y la de Ur.

En el 2.164 a. c. Urbaba fundó la segunda dinastía de Lagash llegando a gobernar diecisiete ciudades en el sur de Mesopotamia. El Rey más conocido de esta dinastía es Gudea (2144 – 2124 a.c.) bajo cuyo gobierno Lagash disfrutó de cierta hegemonía en Sumer a juzgar por las construcciones religiosas que realizó en Ur, Eridú, Nippur, y Abad.

Este período muestra claramente un reencuentro con los elementos Sumerios existentes antes de Sargón I, vale decir pese a que el mapa comercial de Lagash coincide casi exactamente con el de los acadios, sin embargo ahora los medios militares no son los que apoyan su acción, sino mas bien los estrictamente diplomáticos y comerciales logrando de ese modo una notable prosperidad hasta el 2.300 a.c..

Aunque durante estos años se volvió a la tradicional estructura sumeria de la ciudad estado, el ideal unitario de los acadios no se olvidó y Urnammu, gobernador de Ur se sublevó y se proclamó rey de Sumeria y acadia creando la III dinastía de Ur.

Con Urnammu se inicia una nueva fase imperial en Mesopotamia heredera del anterior período acadio. Su hijo Shulgi (2.093 - 2.046 a.c.) fue el autentico creador del imperio de Ur. Su obra cómo gobernante se tradujo en la restauración de santuarios y ciudades, reformó el sistema de pesos y medidas, mejoró las comunicaciones y reorganizó el ejército. Pero sin duda su gran aporte a la humanidad fue la creación del primer código conocido donde se regulan las relaciones económicas y sociales de los habitantes del imperio.

En la jerarquía de Ur, el poder del rey era ilimitado y su posición suprema encontró su máxima expresión en su divinización, pr´ctica que inició Shulgi y que heredaron sus sucesores.

La caída de la III dinastía de Ur se produce en el reinado de Ibissin entre los años 2.027 y 2.003 a. c. debido a la presión que ejercieron los pueblos nómades del este denominados amoritas ante lo cual las ciudades empiezan nuevamente a adoptar el particularismo sumerio independizandose y disgregando definitivamente el imperio.